martes, 9 de agosto de 2011

Agosto I


Vidrio molido sopla contra tus ojos abiertos,
y un espejo retrovisor para que mirés
donde metiste la pata.
Humo negro avanza sobre la plaga
y ese puñado de fotocopias arden
despidiéndose de la ciudad.

Se te secó la lengua, contando nuestros desaciertos

Nadie sabe para qué cantó,
si luego desdijo su letra,
a lo mejor temió por la suerte
de quienes escriben de amor,
y luego no los deja dormir.

Se nos secó en tintero, contando nuestros desaciertos


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Hoy voy a cantar junto a La Almohada,
olvido tu manía y tu ración criminal,
perfumes baratos, relojes molidos,
discos rayados y gotas somníferas.

Hoy voy a cantar junto a La Almohada,
olvido a mis hermanos, murales de salón.
Vení muchacha, que vamos a dar
una vuelta al cajón.

El volcán está desierto y la bruma se ha posado
sobre los techos de Pompeya.

Hoy voy a cantar junto a La Almohada,
olvido tu manía y tu ración criminal,
Zapatos encalados, me recuesto algo mareado
esquivando charcos y plantas por despertar.

La montaña está cansada, y el sol se hizo invisible
sobre los techos de Pompeya.

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No lo pude evitar
tu cicatriz aún me sangra
me sangra sin presionarla,
sin sutura ni desinfección
el médico de guardia dijo,
dijo que debía cortarla,
cortarla y olvidarla,
para usted ha de ser fácil, le dije,
porque la herida la tengo yo.

Cegado hacia el fuego viajé,
alas de mariposa,
de todas las heridas que sangré
fuiste la más hermosa.
Herido de muerde me mata la razón
la muerte es contagiosa.
Como aquel ciego al fuego quiero ir
mas ya ese fuego no era para mí.

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